Preguntas y respuestas

La parafina líquida es un ingrediente que se lleva empleando varias décadas en los productos cosméticos. Se trata de un compuesto inerte, no comedogénico, que se utiliza como agente hidratante y que presenta una muy buena tolerancia cutánea. Suaviza la piel y la protege de las irritaciones ambientales. La parafina no atraviesa la barrera cutánea.
La parafina líquida pertenece a la familia de los aceites minerales. Según el Instituto Federal Alemán de la Evaluación de Riesgos (BFR), el uso de productos cosméticos que contienen aceites minerales no supone ningún riesgo para la salud.
Nuestra parafina tiene la calidad de la Farmacopea Europea y, por tanto, está purificada. Aunque es segura, se enfrenta a la mala reputación de los aceites empleados en otras industrias, que son de calidad inferior.

Debido a nuestra condición de empresa sanitaria, hace ya 25 años que decidimos contar con nuestro propio servicio de cosmetovigilancia dentro de nuestros laboratorios, con el fin de velar por la seguridad de los consumidores a la hora de usar nuestros productos una vez comercializados, en todos los países en los que se venden.
Con su propia red de expertos, esta organización internacional supervisa y reevalúa constantemente la seguridad de nuestros productos recabando, validando y analizando, mediante metodologías rigurosas y reconocidas, los efectos adversos relacionados con el uso de un producto cosmético.
Gracias a esta red y a esta retroalimentación, la seguridad de nuestros productos sigue siendo objeto de un estrecho seguimiento durante toda su comercialización.
Tras un estudio exhaustivo de estas aportaciones de los consumidores o de los profesionales de la salud, podemos mejorar continuamente las fórmulas de nuestros productos.

Los ensayos en animales con productos cosméticos están prohibidos en la Unión Europea desde septiembre de 2004. En el caso de los ingredientes cosméticos, la mayoría de los ensayos se prohibieron en marzo de 2009 y después completamente en marzo de 2013. Por tanto, las empresas ya no pueden usar datos procedentes de ensayos con animales para establecer las evaluaciones de seguridad necesarias para comercializar un producto cosmético en la Unión Europea. 
Esta prohibición total responde a más de 30 años de esfuerzos de las empresas cosméticas por desarrollar métodos alternativos a la experimentación con animales. La industria cosmética es, pues, la única que ha logrado renunciar totalmente a los ensayos con animales. 
A día de hoy, la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) ha validado más de 200 métodos alternativos a la experimentación con animales. Estos métodos desarrollados por el sector cosmético constituyen un verdadero avance científico cuyas aplicaciones trascienden el uso por parte de las empresas cosméticas, ya que también se emplean en el ámbito de la medicina.

Nuestros productos y activos dermocosméticos se someten a un exigente proceso de evaluación de su tolerancia y eficacia, desde la fase in vitro hasta su aplicación en las personas.
Por un lado, desde 1995 utilizamos métodos in vitro alternativos a la experimentación con animales, validados por la OCDE ( Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico) y disponibles en el mercado, como cultivos celulares, modelización molecular, técnicas de imagen…
Por otro, llevamos más de 30 años desarrollando a nivel interno un sinfín de pruebas para evaluar la eficacia de nuestros activos y productos dermocosméticos in vitro y ex vivo:

1)   En células aisladas directamente de la piel o del cabello,
2)    En cultivos celulares tridimensionales y, en particular, en modelos de piel reconstruida que pueden imitar casi a la perfección la fisiología de las células in vivo.

En 2008 creamos nuestro propio laboratorio de ingeniería de tejidos cutáneos, situado en nuestro Centro de Innovación de Toulouse-Oncopole.
Cada año evaluamos in vitro la eficacia de más de 100 fórmulas y más de 200 activos. 

Nuestros cuidados dermocosméticos no quedan al margen de las reglas fundamentales del rigor médico y farmacéutico, que exigen que no se afirme nada sin pruebas.
De hecho, todas las indicaciones que figuran en nuestros envases se basan en resultados de estudios clínicos destinados a comprobar su veracidad.
Realizamos pruebas preclínicas in vitro y, a continuación, pruebas clínicas in vivo de tolerancia y eficacia en voluntarios. Estas pruebas se realizan bajo control dermatológico y/u oftalmológico y/o pediátrico y/o ginecológico, recurriendo a instrumentos de medición de alto rendimiento.

Los PEG (polietilenglicoles) son sustancias muy empleadas en los productos cosméticos, principalmente como humectantes, para “retener” el agua y evitar que la piel se reseque. También son agentes emulsionantes. 
El CIR (Cosmetic Ingredient Review) ha examinado los datos científicos y ha llegado a la conclusión de que los PEG son seguros cuando se utilizan en productos cosméticos y no presentan propiedades irritantes. 
En ocasiones reciben críticas debido a su proceso de fabricación, pero nuestros proveedores conocen y dominan bien el proceso de fabricación de los PEG. Les imponemos pliegos de condiciones precisos y muy estrictos. Además, efectuamos estrictos controles cuando recibimos nuestras materias primas.

Cada año, el Grupo Pierre Fabre DermoCosmética realiza entre 750 y 1.050 estudios clínicos en sus productos sobre microbiología, fisicoquímica, compatibilidad y estabilidad.
Cada una de nuestras fórmulas se somete a entre 4 y 5 evaluaciones clínicas de tolerancia y eficacia antes de validarse.
Comprobamos sistemáticamente los ingredientes, envases y productos de cada lote fabricado.
Tras la comercialización de los productos, también garantizamos su seguimiento a largo plazo con estudios clínicos presentados ante comités éticos.
Además, revisamos nuestros productos periódicamente, basándonos en las observaciones sobre cosmetovigilancia y calidad, así como en los avances científicos y normativos.

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